La crisis general y la de de las empresas tecnológicas en particular afectan a otros sectores de la economía de los Estados Unidos: el reciente colapso del Silicon Valley Bank (SVB), el 16to banco más grande del país y el más grande en caer desde 2008, es una muestra de la inestabilidad reciente del sector, producto del poco sustento de algunas de sus inversiones.
Como ya se escribió en estas páginas, la crisis de las empresas tecnológicas tiene múltiples causas, entre ellas el fin del dinero “barato” que permitía inflar expectativas de negocios de dudosa solidez, sobre todo del mundo criptofinanciero que fue el primero en colapsar el año pasado.
Sin embargo, no todas las empresas se verán afectadas de la misma manera: las más grandes que cuentan con reservas y negocios concretos sólo tuvieron que reajustarse a la realidad de sus ingresos.
En medio quedaron numerosas startups, un amplio ecosistema de empresas, algunas que aún buscaban modelos de negocios sostenibles y a las que el SVB apoyaba con más generosidad que otros competidores. Ahora esas startups sufren por el estrangulamiento de un flujo de dinero que parecía infinito y que se había mantenido incluso durante la pandemia. El SVB, con muchos clientes de ese rubro, no pudo resistir una corrida en su contra.